Blancanieves

Había una vez, en un reino lejano, una hermosa reina que, un día de invierno, cosía junto a la ventana. Al ver la nieve caer, deseó tener una hija con la piel blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el cabello negro como el ébano. Poco tiempo después, su deseo se hizo realidad y nació una niña que fue llamada Blancanieves. Lamentablemente, la reina murió poco después del nacimiento de la niña.

Con el tiempo, el rey se casó nuevamente, pero su nueva esposa, la madrastra de Blancanieves, era vanidosa y cruel. Tenía un espejo mágico al que le preguntaba cada día: "Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del reino?". Y el espejo siempre respondía: "Tú eres la más bella de todas." Esto complacía a la reina, pero todo cambió cuando Blancanieves creció y se convirtió en una joven extraordinariamente hermosa.

Un día, la madrastra hizo su pregunta habitual al espejo, pero esta vez la respuesta fue diferente: "Reina, tú eres hermosa, pero Blancanieves es mil veces más hermosa que tú." Llena de celos y furia, la malvada reina decidió deshacerse de Blancanieves. Ordenó a un cazador llevar a la niña al bosque y matarla. Como prueba, le exigió que trajera su corazón en una caja.

El cazador, aunque obedeció las órdenes de la reina, no pudo soportar la idea de matar a una niña inocente. En lugar de hacerlo, dejó que Blancanieves escapara al bosque. Para engañar a la reina, llevó de vuelta el corazón de un animal salvaje. Blancanieves, asustada y sola, vagó por el bosque hasta que encontró una pequeña cabaña.

La cabaña pertenecía a siete enanitos que trabajaban en una mina cercana. Al llegar, Blancanieves notó que todo en la casa era diminuto. Había siete pequeñas sillas, siete camas y siete platos. Cansada y hambrienta, decidió probar un poco de la comida que había sobre la mesa y, después, se acostó en una de las camas y se quedó profundamente dormida.

Cuando los enanitos regresaron del trabajo y la encontraron dormida en su casa, quedaron sorprendidos. Al principio se asustaron, pero pronto vieron que la niña no representaba ningún peligro. Blancanieves les contó su historia, y los enanitos, compadeciéndose de ella, le ofrecieron quedarse con ellos para protegerla. Blancanieves aceptó agradecida, y a partir de ese día, vivió feliz con los siete enanitos, cuidando de la casa mientras ellos trabajaban en la mina.

Mientras tanto, en el castillo, la malvada reina volvió a consultar su espejo. Cuando el espejo le reveló que Blancanieves seguía viva y era la más bella del reino, la reina decidió acabar con ella por su cuenta. Usando magia oscura, la reina se disfrazó de una anciana vendedora y preparó una manzana envenenada.

La reina disfrazada llegó a la cabaña de los enanitos mientras ellos estaban trabajando. Blancanieves, confiada, dejó que la anciana entrara. La reina le ofreció la manzana envenenada y, tras un solo mordisco, Blancanieves cayó al suelo, aparentemente muerta. Cuando los enanitos regresaron a casa y la encontraron, estaban desconsolados. La colocaron en un ataúd de cristal, y cada día vigilaban a su querida amiga, que parecía estar dormida.

Pasó el tiempo, y un día un príncipe, que había oído hablar de la belleza de Blancanieves, llegó al bosque. Al verla en el ataúd, quedó prendado de su belleza. Al despedirse de ella con un beso en la frente, la magia del veneno se rompió, y Blancanieves despertó.

Los enanitos y el príncipe se llenaron de alegría. El príncipe le pidió a Blancanieves que fuera su esposa, y ella aceptó. Juntos, regresaron al castillo, donde vivieron felices para siempre. La malvada reina, al descubrir que su plan había fracasado, cayó en su propia ira y nunca más volvió a ser vista.