Pinocho

Había una vez un carpintero llamado Geppetto, que vivía solo en una pequeña casa. Un día, decidió tallar una marioneta de madera en forma de niño, con la esperanza de que le hiciera compañía. Geppetto trabajó diligentemente, y cuando terminó, decidió llamarlo Pinocho. Lo que Geppetto no esperaba era que, esa misma noche, un hada mágica visitaría su taller y le daría vida a la marioneta.

Al despertar a la mañana siguiente, Geppetto descubrió con asombro que Pinocho podía moverse y hablar como un niño real. "Si te comportas bien y demuestras ser valiente, sincero y generoso, algún día te convertirás en un niño de verdad", dijo el hada, antes de desaparecer. Geppetto estaba encantado, pero pronto descubrió que Pinocho no siempre era obediente.

El primer día que Pinocho fue a la escuela, decidió no entrar a clase. En su lugar, fue atraído por un teatro de marionetas en la plaza del pueblo. Fascinado por las marionetas que se movían sin hilos, Pinocho fue al espectáculo. Sin dinero para comprar una entrada, el titiritero lo atrapó, pero en lugar de castigarlo, decidió usar a Pinocho en su espectáculo porque era una marioneta sin cuerdas.

Después de varios días viajando con el titiritero, Pinocho recordó la promesa que le había hecho al hada y decidió regresar a casa. Sin embargo, en el camino se encontró con dos personajes astutos, el Gato y el Zorro, quienes lo convencieron de plantar sus monedas de oro en el "Campo de los Milagros", diciéndole que de allí crecería un árbol lleno de dinero. Pinocho, ingenuo, les creyó y siguió su plan.

Por supuesto, el Gato y el Zorro lo engañaron, y mientras Pinocho esperaba que su árbol de dinero creciera, ellos se llevaron las monedas y desaparecieron. Triste y sin dinero, Pinocho intentó regresar a casa, pero se perdió en el camino. Para colmo, comenzó a mentir sobre lo que le había ocurrido, y cada vez que lo hacía, su nariz crecía más y más. El hada mágica apareció nuevamente y lo reprendió por sus mentiras, pero también lo perdonó, acortando su nariz y dándole otra oportunidad de comportarse bien.

Sin embargo, Pinocho volvió a desviarse de su camino cuando conoció a un niño llamado Lucignolo, quien lo convenció de ir al "País de los Juguetes", un lugar donde no había reglas, y los niños podían jugar todo el día sin tener que estudiar o trabajar. Aunque al principio el lugar parecía un paraíso, Pinocho y los otros niños pronto comenzaron a transformarse en burros como castigo por su pereza y desobediencia. Pinocho fue vendido a un circo, donde fue obligado a trabajar como un burro.

Después de muchas dificultades, Pinocho logró escapar del circo, pero en lugar de volver a casa, fue tragado por un enorme pez mientras nadaba en el océano. Dentro del pez, para su sorpresa, encontró a Geppetto, quien también había sido devorado mientras lo buscaba. Pinocho, arrepentido por todas sus travesuras, decidió ayudar a su padre. Juntos lograron escapar del pez, y Pinocho prometió que, a partir de ese momento, sería un buen niño.

De vuelta en casa, Pinocho comenzó a trabajar duro para cuidar de Geppetto, quien había enfermado. Al ver su esfuerzo, valentía y generosidad, el hada mágica apareció una vez más y lo recompensó, transformando a Pinocho en un niño de carne y hueso. Geppetto y Pinocho vivieron felices juntos, y Pinocho nunca más olvidó la importancia de ser sincero, trabajador y generoso.