El Gato con Botas
Había una vez un molinero que, al morir, dejó a sus tres hijos toda su herencia. Al mayor le dejó el molino, al segundo le dejó un burro, y al menor, solo un gato. El hijo menor estaba decepcionado con su herencia, pues pensaba que un gato no era de mucha utilidad. Sin embargo, este gato no era un felino común.
Un día, el gato habló con su joven amo: "No te preocupes, mi buen amo. Si me das un saco y un par de botas, te demostraré que no soy tan inútil como piensas." Sorprendido pero intrigado, el joven le dio al gato lo que pedía. El gato, ahora conocido como el Gato con Botas, se puso su elegante calzado y salió al bosque con el saco al hombro.
En el bosque, el Gato con Botas colocó algunas zanahorias en su saco y lo dejó abierto. Pronto, un conejo curioso cayó en la trampa. El gato lo atrapó rápidamente y se dirigió al palacio del rey. Al llegar, presentó el conejo como un regalo de parte de su amo, el "Marqués de Carabás" (un título que el gato inventó en el momento). El rey, impresionado por el regalo, aceptó con agrado.
Cada día, el Gato con Botas continuaba trayendo regalos al rey: faisanes, perdices y otras presas que cazaba en el bosque. Siempre decía que eran obsequios de su amo, el Marqués de Carabás. El rey, agradecido por los regalos, comenzó a interesarse por conocer a este misterioso marqués.
Un día, el Gato con Botas escuchó que el rey y su hija, la hermosa princesa, pasearían por el río. El astuto gato ideó un plan. Corrió a su amo y le dijo: "Haz lo que te digo. Ve al río, quítate la ropa y finge que te estás bañando." Aunque desconcertado, el joven confió en su gato y obedeció.
Cuando el rey pasó junto al río en su carruaje, el Gato con Botas comenzó a gritar: "¡Auxilio! ¡Mi amo, el Marqués de Carabás, se está ahogando!" El rey, al escuchar el grito, ordenó detener el carruaje y enviar ayuda de inmediato. Mientras tanto, el gato explicó que unos ladrones habían robado las ropas de su amo mientras se bañaba. El rey, queriendo ayudar a su "noble" marqués, ordenó que le trajeran al joven las mejores vestimentas del palacio.
Vestido como un noble, el joven fue invitado a subir al carruaje con el rey y la princesa. Mientras viajaban, la princesa no podía apartar la mirada del Marqués de Carabás, quien, aunque sorprendido por la situación, comenzaba a sentirse cómodo en su nuevo rol.
El Gato con Botas, por su parte, corrió adelante y llegó a un vasto castillo que pertenecía a un ogro rico y poderoso. Este ogro tenía la habilidad de transformarse en cualquier criatura que deseara. El gato, con su astucia, convenció al ogro de mostrar su poder y convertirse en un gran león. "Impresionante", dijo el gato. "Pero apuesto a que no podrías convertirte en algo tan pequeño como un ratón."
El ogro, deseando demostrar su poder, se transformó en un ratón. Sin perder tiempo, el Gato con Botas saltó sobre él y lo devoró de un solo bocado. Con el ogro fuera de escena, el castillo y todas sus riquezas pasaron a ser del Gato con Botas y su amo.
Cuando el rey y la princesa llegaron al castillo, el Gato con Botas los recibió en la entrada y dijo: "Bienvenidos al castillo de mi amo, el Marqués de Carabás." El rey, impresionado por la riqueza del supuesto marqués, ofreció de inmediato la mano de su hija en matrimonio. El joven, encantado con la princesa, aceptó con gratitud.
Y así, gracias a la astucia del Gato con Botas, su amo pasó de ser un humilde molinero a un noble adinerado, casado con una princesa y viviendo en un castillo. El Gato con Botas, por su parte, se convirtió en el favorito de la corte, disfrutando de una vida de lujo y aventuras.