El Libro de la Selva
En una calurosa noche de la selva india, un gran tigre llamado Shere Khan acechaba cerca del río. Sus ojos brillaban con una feroz intensidad mientras se movía sigilosamente entre los matorrales. Shere Khan había cazado muchos animales en su vida, pero esa noche estaba tras una presa inusual: un grupo de humanos que acampaba cerca de la selva. Entre ellos, había un bebé que había sido dejado desatendido mientras sus padres dormían cerca del fuego. Shere Khan estaba decidido a tomar al niño, pero algo en la selva tenía otros planes.
Cerca de allí, una manada de lobos descansaba en una cueva, liderada por un lobo fuerte y sabio llamado Akela. Junto a él, su compañera Raksha cuidaba de sus cachorros recién nacidos. Mientras la familia de lobos dormía pacíficamente, algo inesperado sucedió. Un pequeño bebé humano, que había escapado del ataque de Shere Khan, gateó hasta la entrada de la cueva. Raksha, al escuchar el llanto suave del niño, se acercó con curiosidad.
En lugar de verlo como una amenaza, Raksha sintió una profunda compasión por el niño. Lo recogió entre sus dientes con suavidad y lo llevó dentro de la cueva. "Es un cachorro humano", dijo Raksha mientras colocaba al bebé junto a sus propios cachorros. "Mira, Akela, no podemos dejarlo solo en la selva. Lo cuidaremos como uno de los nuestros."
Akela observó al niño con cierta reserva, pero no pudo resistir el amor maternal de Raksha. "Será uno más de la manada", declaró Akela finalmente. "Lo llamaremos Mowgli, el cachorro humano." Desde ese día, Mowgli creció como parte de la familia de lobos, corriendo y jugando junto a los cachorros de Raksha. Aunque no era como ellos, Mowgli aprendió rápidamente a moverse por la selva con agilidad, aprendiendo los sonidos y señales que los animales utilizaban para comunicarse.
Sin embargo, Shere Khan no había olvidado al niño humano. El tigre, furioso por haber perdido a su presa, juró vengarse. "Ese cachorro humano me pertenece", rugió Shere Khan desde las sombras. "Un día, lo encontraré y lo devoraré." La amenaza de Shere Khan pendía sobre la cabeza de Mowgli, pero la familia de lobos estaba decidida a protegerlo a toda costa.
Los años pasaron, y Mowgli se hizo más fuerte y valiente. Bajo la tutela de su padre lobo Akela, aprendió la Ley de la Selva, las reglas que todos los animales debían seguir para sobrevivir y coexistir en armonía. También recibió la enseñanza de otros guardianes de la selva. Baloo, el gran oso pardo, le enseñaba a Mowgli las palabras secretas de la selva, las señales y los saludos que debía utilizar para hablar con los animales. Aunque Baloo era un poco perezoso, tenía un profundo afecto por Mowgli y siempre se aseguraba de que el niño supiera cómo mantenerse a salvo.
Junto a Baloo estaba Bagheera, la pantera negra. Bagheera era fuerte y sabia, con un pasado misterioso. Aunque había nacido en cautiverio, Bagheera había escapado para vivir en la libertad de la selva. Aunque Baloo se encargaba de enseñar a Mowgli las reglas, Bagheera lo protegía en secreto, asegurándose de que el niño no cayera en los peligros ocultos de la selva. "Mowgli es joven e impulsivo", solía decir Bagheera. "Pero tiene un gran corazón."
A pesar de las enseñanzas de Baloo y Bagheera, Mowgli era un niño rebelde. A menudo desobedecía a sus tutores y se aventuraba en zonas peligrosas de la selva. Uno de los lugares más peligrosos era la guarida de los Bandar-log, la tribu de monos que vivía en lo alto de los árboles. Los monos eran despreciados por todos los animales de la selva porque no seguían ninguna ley. Eran traicioneros y traviesos, y no tenían respeto por la Ley de la Selva. Baloo y Bagheera le advirtieron repetidamente a Mowgli que no debía acercarse a los monos, pero el niño, curioso por naturaleza, a menudo desobedecía sus consejos.
Un día, mientras jugaba cerca del río, Mowgli fue secuestrado por los Bandar-log. Los monos lo llevaron a su guarida en la Ciudad Perdida, un antiguo templo en ruinas que había sido reclamado por la selva. Los monos, en su enloquecida necesidad de atención, decidieron hacer de Mowgli su rey. "Tú nos enseñarás a ser como los humanos", decían mientras lo rodeaban. "Nos harás poderosos y respetados en la selva."
Sin embargo, Mowgli no estaba interesado en convertirse en el líder de los monos. Sabía que los Bandar-log no eran dignos de confianza y que no respetaban las leyes que él había aprendido de los lobos, Baloo y Bagheera. Aunque trató de escapar varias veces, los monos lo mantenían prisionero en las ruinas, riéndose de sus intentos de fuga.
Mientras tanto, Baloo y Bagheera, al darse cuenta de que Mowgli había desaparecido, se pusieron en marcha para encontrarlo. Sabían que solo un ser en la selva podía ayudarles a rescatar a Mowgli de los monos: Kaa, la serpiente pitón gigante. Kaa era temida por muchos en la selva, pero Baloo y Bagheera sabían que la serpiente era una aliada poderosa.
Juntos, Baloo, Bagheera y Kaa se dirigieron a la Ciudad Perdida. Cuando llegaron, vieron a los Bandar-log correteando y jugando, completamente despreocupados por el peligro que se avecinaba. Kaa, con su enorme cuerpo serpenteante, se deslizó silenciosamente hacia las ruinas. Los monos, al ver a la pitón, comenzaron a gritar y correr en todas direcciones. Temían a Kaa más que a cualquier otro ser en la selva, ya que sabían que la serpiente era lo suficientemente fuerte para atraparlos y devorarlos uno por uno.
En medio del caos, Baloo y Bagheera entraron en acción. Baloo, con su gran tamaño, comenzó a golpear a los monos, mientras que Bagheera, ágil y rápida, atacaba con precisión. Los monos, en su desesperación, intentaron luchar, pero no tenían ninguna posibilidad contra los tres aliados. Mientras Kaa mantenía a raya a los monos, Bagheera encontró a Mowgli y lo liberó.
Una vez que Mowgli estuvo a salvo, el grupo regresó a la selva. Baloo, aunque aliviado de haber recuperado a Mowgli, le dio una severa advertencia. "La selva es peligrosa, Mowgli", le dijo con voz grave. "Debes aprender a escuchar y seguir las reglas si quieres sobrevivir aquí." Mowgli, aunque aún era joven e impulsivo, entendió la lección. Sabía que había sido imprudente al desobedecer a sus guardianes, y prometió ser más cuidadoso en el futuro.
Con el tiempo, Mowgli continuó creciendo en la selva, bajo la protección de Baloo, Bagheera y la manada de lobos. Pero la amenaza de Shere Khan aún acechaba en las sombras. El tigre no había olvidado su promesa de acabar con el cachorro humano, y Mowgli sabía que un día tendría que enfrentarse a él. Sin embargo, con la ayuda de sus amigos y su creciente comprensión de la Ley de la Selva, Mowgli estaba decidido a sobrevivir y demostrar que, aunque era humano, también era parte de la selva.
Mowgli continuaba creciendo bajo la protección de la manada de lobos, Baloo y Bagheera, y con el tiempo, su destreza en la selva aumentó. Sabía cómo moverse silenciosamente, cómo cazar, y cómo comunicarse con los animales utilizando los llamados y las señales que Baloo le había enseñado. Sin embargo, a pesar de su vida plena en la selva, la amenaza de Shere Khan seguía presente. El tigre acechaba en las sombras, esperando el momento adecuado para atacar.
Un día, durante una reunión en la Roca del Consejo, Akela, el viejo líder de la manada, enfrentó un problema. Akela había sido un líder fuerte y justo durante muchos años, pero ahora estaba envejeciendo y ya no tenía la misma agilidad que antes. Shere Khan, siempre astuto, aprovechó esta oportunidad. Había estado conspirando con algunos de los lobos más jóvenes y desleales, que querían destronar a Akela. Sabían que si Akela caía, podrían entregar a Mowgli al tigre.
Shere Khan se presentó ante la manada en la Roca del Consejo, exigiendo que le entregaran a Mowgli. "Este cachorro humano no pertenece a la selva", rugió el tigre. "Ha vivido aquí demasiado tiempo. Su destino está sellado, y yo soy quien lo cumplirá." Los lobos más jóvenes, influenciados por el poder y el miedo que Shere Khan inspiraba, comenzaron a dudar de la autoridad de Akela. Sabían que si Akela caía, Shere Khan obtendría lo que quería.
Mowgli, que estaba presente en la reunión, escuchó con atención el plan de Shere Khan. Aunque había crecido en la selva y se sentía como un lobo más, también sabía que era diferente. Era humano, y su lugar en la manada estaba en peligro. Sin embargo, Mowgli no tenía miedo. Había aprendido mucho de Baloo, Bagheera y Akela, y sabía que Shere Khan no podía enfrentarse a él directamente.
Decidido a defender su lugar en la selva, Mowgli se levantó y miró a los lobos que se habían vuelto contra Akela. "Yo he cazado, he aprendido y he seguido la Ley de la Selva", dijo con firmeza. "No soy un lobo, pero tampoco soy un cobarde. Si Shere Khan quiere mi vida, tendrá que venir a buscarme él mismo." Los lobos, sorprendidos por la valentía de Mowgli, comenzaron a murmurar entre ellos.
Bagheera, siempre protectora, se acercó a Mowgli y le susurró: "Recuerda lo que te enseñé. Los humanos tienen su propio poder." La pantera negra le recordó que, aunque había crecido entre lobos, Mowgli no era como ellos. Tenía la capacidad de usar algo que ningún otro animal en la selva podía manejar: el fuego. Bagheera le dijo que el fuego, al que los animales llamaban la "flor roja", era lo único que Shere Khan temía.
Sin perder tiempo, Mowgli corrió al río donde los humanos acampaban y recogió una antorcha encendida. Volvió a la Roca del Consejo, sosteniendo la antorcha en alto. Los lobos y Shere Khan retrocedieron al ver el fuego. Los animales siempre habían temido la "flor roja", y ahora Mowgli la controlaba. "¿Este es el poder que temes, Shere Khan?", dijo Mowgli con voz desafiante. "Aquí estoy, enfrentándote. No soy un lobo, pero soy parte de esta selva. Y tú no me tomarás sin luchar."
Shere Khan, furioso pero acobardado por la vista del fuego, retrocedió. Sabía que no podía vencer a Mowgli mientras el niño tuviera la "flor roja". Aun así, el tigre no podía permitir que su reputación fuera manchada. "Volveré por ti, cachorro humano", gruñó Shere Khan antes de desaparecer entre las sombras. Mowgli había ganado tiempo, pero sabía que el tigre no abandonaría tan fácilmente.
Con Shere Khan temporalmente derrotado, Mowgli se dio cuenta de que su tiempo en la selva estaba llegando a su fin. Aunque había sido criado por los lobos y amaba a Baloo, Bagheera y Akela como su familia, sabía que no podía quedarse para siempre. Mowgli comprendió que, al final, era un humano y que eventualmente tendría que vivir entre los suyos.
Al día siguiente, Mowgli tomó la difícil decisión de dejar la selva. Fue a ver a Akela, que estaba descansando en su guarida. "Akela", dijo Mowgli con respeto, "la selva ha sido mi hogar, pero es hora de que me vaya. No puedo quedarme aquí más tiempo, no después de lo que ha pasado." Akela, aunque triste por la partida de Mowgli, asintió con la cabeza. "Siempre serás un lobo para nosotros, Mowgli", dijo Akela. "La manada nunca te olvidará."
Después de despedirse de Akela, Mowgli fue a ver a Baloo y Bagheera. Baloo, el gran oso, estaba profundamente afectado por la decisión de Mowgli. "Te he enseñado todo lo que sé", dijo Baloo, con lágrimas en los ojos. "Pero siempre serás mi pequeño cachorro." Bagheera, aunque también triste, sabía que Mowgli estaba tomando la decisión correcta. "Recuerda siempre lo que has aprendido aquí, Mowgli", dijo Bagheera. "La selva estará contigo dondequiera que vayas."
Con el corazón lleno de gratitud y tristeza, Mowgli se dirigió hacia el borde de la selva. Al llegar al claro, vio a un grupo de humanos acampando cerca de un río. Sabía que era hora de unirse a ellos y descubrir su verdadero lugar en el mundo. Mientras caminaba hacia el campamento, una sensación de melancolía lo invadió. Aunque sabía que debía irse, parte de él siempre sería un hijo de la selva.
Mowgli se detuvo por un momento y miró hacia atrás, hacia la densa selva que había sido su hogar durante tantos años. Sabía que la selva siempre sería parte de su vida, aunque ahora debía enfrentarse al mundo de los hombres. Con una última mirada a Baloo, Bagheera y Akela, Mowgli continuó su camino hacia su nuevo destino, listo para enfrentar los desafíos que el mundo humano le depararía.