El Oso y los Dos Viajeros

Había una vez dos amigos que decidieron emprender un viaje juntos. Mientras caminaban por el bosque, conversaban alegremente, confiados en su mutua compañía. Ambos se sentían seguros, creyendo que si encontraban algún peligro, podrían enfrentarlo juntos.

De repente, mientras caminaban por un sendero solitario, apareció un enorme oso entre los árboles. Los dos viajeros se detuvieron de golpe, aterrorizados. El oso rugió y comenzó a acercarse lentamente hacia ellos. Los amigos, sin saber qué hacer, entraron en pánico.

Uno de los viajeros, olvidándose completamente de su amigo, trepó rápidamente a un árbol cercano. Sabía que los osos no podían trepar con la misma facilidad que los humanos, así que se sintió seguro en las ramas altas. Mientras tanto, su amigo quedó abajo, paralizado por el miedo y sin saber cómo actuar.

Recordando lo que había escuchado sobre los osos, el segundo viajero decidió tumbarse en el suelo, simulando estar muerto. Sabía que los osos no atacaban a las personas que no mostraban signos de vida. Así que se echó boca abajo, conteniendo la respiración, esperando que el oso lo ignorara.

El oso se acercó al hombre tendido en el suelo. Lo olfateó cuidadosamente, alrededor de su cabeza y su cuerpo. El viajero mantuvo la calma, sin moverse ni hacer ningún sonido, por más que sintiera el aliento caliente del oso. Después de unos momentos, el oso, convencido de que no representaba ninguna amenaza, se alejó y desapareció entre los árboles.

Cuando el peligro pasó, el amigo que había trepado al árbol bajó rápidamente, aliviado de que el oso ya no estuviera cerca. Corrió hacia su amigo, que aún estaba tendido en el suelo, y le dijo en tono de broma: "¡Parecía que el oso te estaba susurrando algo al oído! ¿Qué te dijo?"

El viajero, todavía un poco tembloroso, se levantó lentamente y miró a su amigo con una expresión seria. "Sí", respondió. "El oso me susurró un consejo muy importante: que nunca viaje de nuevo con alguien que me abandona en el momento del peligro."

El primer viajero, avergonzado por sus acciones, no supo qué decir. Había abandonado a su amigo en el momento más crítico, pensando solo en su propia seguridad. Desde ese día, el segundo viajero decidió que un verdadero amigo es aquel que está dispuesto a enfrentar el peligro junto a ti, no el que te abandona cuando más lo necesitas.